Descubriendo Nunca Jamás

miércoles, agosto 22, 2007

Los Rodríguez

¿Os gustan las canciones de Los Rodríguez? A mí me encantan. Pero no es ese el tema de hoy, no van por ahí los tiros. Más bien me refiero a aquellos hombres casados que se quedan solos en casa, porque tienen que trabajar, mientras su familia se va de vacaciones en verano. Estar de rodríguez, personaje urbano en verano, un tópico, todo el mundo ha oído hablar de ello. Tipo Antonio Alcántara en un capítulo de la pasada temporada, cuando salía de juerga con su hermano Miguel y su vecino Desiderio. ¿Qué capítulo era? ¿El 136?

Bueno que me voy por los cerros de Úbeda. El caso es que esta mañana me he encontrado un artículo de opinión sobre "los rodríguez". Se trata de una pieza que salía en la radio allá por el año 1981. La periodista y escritora Rosa Montero descargaba toda su simpatía hacia estos individuos, yo creo que la mujer se despachó a gusto.

Transcribo el texto y, como guinda final, una canción que le viene que ni pintada. No me cataloguéis como friky.


Hacen su aparición cuando el calor aprieta, como despistadas aves migratorias. Unas aves migratorias alrevés, porque las q en realidad emigran son sus hembras, que no ellos. Constituyen una especie urbana en plena decadencia pero con todo son abundantes todavía y es fácil verles cuando salen de rastreo, caza y planeadura, a eso de la caída de la tarde y, para mayor abundancia, en las horas nocturnas ciudadanas. Agosto es para ellos el mes más apropiado. Es entonces cuando los Rodríguez están en su sazón, cuando mejor se advierte la variedad y finura de las subespecies rodrigueras. Suelen gozar de motorización diversa, ora un modesto 133, ora un Ford fastuoso, porque su nivel adquisitivo es muy diverso, aunque suelan todos coincidir en la posesión de cuatro ruedas, de un vehículo con el que llevar a la mujer y niños a la sierra o playa pertinente.
El coto de caza del Rodríguez es, sobre todo, el semáforo. Pocos hombres con alma de Rodríguez pueden resistir la tentación de coquetear con una vecina de luz roja, cuando la o las vecinas viajan solas, o cuando delante del Rodríguez en cuestión se atraviesa una peatona solitaria. Es como si pensaran con vicio atávico que toda hembra que se atreve a salir sin hombre en la alta noche es presa fácil, pieza a mano, muchachuela aún si es no es putilla, "que por algo irá sola", reflexionan.
Algunos Rodríguez son de natural idealista y misantrópico, y otros son amantes de compadreo y francachelas. Estos últimos suelen salir de acoso en bandadas y se recorren la ciudad de noche a 20 por hora encerrando su aburrimiento en el vehículo de cualquiera de ellos.
A veces, cuando coincides en un paso cerrado con uno de estos especimenes, puedes observar en él las ojeras del cansado día, el rictus del ardor estomacal tras un mes de almorzar mal y deprisa en cafeterías cercanas al trabajo. Y en la carita lleva un susto solitario ante el recuerdo de esa casa suya, ahora tan vacía de familia. Es éste un Rodríguez que no desea en realidad ligar, que está muy fatigado como para someterse a esfuerzo semejante. Pero la coincidencia del semáforo y el imperativo de su especie le obligan a asumir su condición como por un reflejo pabloviano. Y así, con desgana y sentido del deber, coquetean una vez más contigo, guiñan adormilados ojos, barbotan galantes groserías y desarrollan su ritual liguero hasta que la luz se pone al cabo verde. Y ellos, con un suspiro de alivio entre los labios, arrancan de nuevo el coche, ponen en marcha sus patas neumáticas de centauro urbano, dirigiéndose con añoranza al refugio cariño con olor a cónyuge y dejando tras de sí en la noche ese olor a inofensivo pavoneo, tan característico de todas las ciudades en agosto.



"Estoy de Rodríguez", tema incluido en un disco de Los Tamara de 1967, rock revival de los años 60. También versionaron este tema Los 5 del ritmo y Santi Castellanos.

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