Hoy he llegado a casa con mucha tranquilidad porque pensaba en el pequeño período de hibernación que voy a pasar: menos de 24 horas, que se queda en nada. En pijama, en casa, pensando que mañana no me doy el madrugón, bieeeen!! Las sábanas suaves y el calorcillo por la mañana. En la calle está fresco pero yo acabo de darme una ducha calentita y aquí estoy en mi sofá saboreano chocolate (qué vicio!) y una Coca-Cola. Esos pequeños placeres de la vida.
Hace un rato he estado dandole vueltas al coco. Las noticias nos cuentan que las grandes ciudades han encendido ya las luces de Navidad, estos días he oido la típica voz ñoña de los anuncios de juguetes durante el poco tiempo que tengo encendida la tele, pronto empezarán los anuncios de turrones, cavas (este año Freixenet se viste de cine), Rodolfo langostino, perfumes, escaparates, etc. Me cansa que cada año se precipiten más con la decoración navideña, así se pierde el encanto que tenía la Navidad cuando éramos más niños, la ilusión de poner el Nacimiento y el árbol en el puente de la Inmaculada.
Y a medida que se aproxima el 31 de diciembre la gente empezará a hablar de los buenos propósitos para el año que toque estrenar. El típico ritual. Qué chorrada.
Yo nunca me he hecho esos propósitos, en todo caso a partir de mi cumpleaños, que es cuando empiezo otro año de vida, no un ao cronológico. Lo que sí me pasa es que hago un repaso rápido del año, una especie de síntesis y lo pongo en la balanza para ver si sale una valoración positiva o negativa. De este 2007 ... miedo me da hacerla, sobre todo porque aún no ha terminado. El día de año nuevo hice tantas rimas absurdas que parece que el año se quiso vengar de mi burla. Ha habido de todo en estos 11 meses. El final de 2006 me dio una lección, y el 2007 no empezó mejor. Mi padre me dice que de todo se aprende, que las cosas que pasan son experiencia para aprender. Sin embargo, a veces preferiría quedarme sin la lección.
Pero el 2007 también ha tenido cosas muy positivas: viajes, escapadas, conocer gente, disfrutar del verano que es mi estación favorita y, una vez más, la familia y los amigos. Los que están siempre.
Aprovecho para dar las gracias a alguien que se identificará: gracias por estar ahí, sólo por Estar. Especialmente cuando ese fantasma de la soledad quiso amenazar con asustarme otra vez, qué osadía.
Te dedico la cita para el 2008 y el resto:
¡Ojalá vivas todos los días de tu vida!
Jonathan Swift
(1667-1745)
Etiquetas: cosas de la vida